3/24/2007

Otro día en la estación

Eventualmente, cuando pienso en ello, me detiene la nostalgia de tus palabras: "Que si me he ido es por que necesito estar solo." O sin mí, diría yo. No es que reproche tu manera hermitaña, pero es que...¡es que sigo sin entender por qué me has abandonado!
Todavía, a media tarde, camino hasta la estación con la esperanza de que hayas vuelto; y te espero una o dos horas en el mismo rincón donde solíamos encontrarnos a veces. Sabes, te cuento, uno de esos días en los que optimista te esperé, un hombre vino hacia mí. Se llamaba Alejandro, decía verme todas las tardes en aquel mismo lugar esperando por alguien que nunca llegaba. Esa tarde Alejandro me invitó un café que yo rechazé, por supuesto. "No gracias, es usted muy amable, pero resulta que la persona que espero no tarda en llegar." Pero no lo hiciste, y esperé largo rato. Alejandro se fue sin insistir y no lo he vuelto a ver hasta entonces.
Así fueron pasando los años y yo te seguía esperando con la misma ilusión de los primeros días. Ya conocía a muchos en la estación, incluso a veces platicaba con las meseras de un restaurante cercano que me sorprendían una que otra vez con deliciosas meriendas que yo devoraba de inmediato. Platicábamos de cosas banales, de sus empleos, sus romances, del ultimo grito en fin de todo un poco. Muchas veces surgían conversaciones filosóficas entre nosotras, pero muy rara vez; y fueron también muchas las veces que surgió la pregunta inevitable de una de sus bocas, a lo que yo siempre contestaba: "Espero a mi marido que no tarda en regresar." Suficiente con decir eso para que ellas se miraran entre sí como si no hablaran mi mismo idioma y continuaran la conversación.
Durante todo ese tiempo que pasé allí llegue a memorizar todas las rutas que funcionaban en la estación; y por primera vez comprendí que la vida no tenía por qué limitarse a un sólo paisaje. Descubrí que había vida más allá del horizonte y sentí fascinación por la vida del viajero. Con el tiempo conseguí un empleo en la boletería. Resolví que así la posibilidad de encontrarte aumentaría, pues tarde o temprano tendrías que pasar por ahí. Y entonces te volvería a ver.
Sucedió una mañana, cuando menos lo esperaba. Llegaste de improviso, un poco mayor y con las mismas viejas maletas. Yo acababa de llegar también a mi puesto, y aún no me acomodaba el uniforme. Dolores, quien trabajaba conmigo, te atendía mientras yo escuchaba desde el cuarto de empleados.
"Tres boletos para Berlín, por favor." te escuché decir. ¿Pero para qué querías tres boletos si estabas sólo? ¿Acaso uno no te era suficiente? Dejé de preguntarme de inmediato y decidí volver a mirar hacia tu dirección.
Nunca olvidaré aquel momento, justo en el mismísimo instante en que apartaba la mirada escuché la voz de un niño q se aproximaba: "¡Papá papá, que se nos va el tren!" exclamaba mientras tú lo cargabas en tus brazos.
Tenía más o menos ocho años, calculé, un año menos desde que te fuistes. ¡Se parece tanto a tí!En mi mente comenzaron a saltar imágenes mientras te ví marcharte a lo lejos con el niño y una mujer que creo haber visto alguna vez. ¡Claro, si te has marchado con ella, la del restaurante! ,grité furiosa.
Ahora lo recuerdo todo. Hace casi diez años cuando celebrábamos nuestro primer año de casados en el restaurante de la ciudad, ella atendió nuestra mesa.
"¿Un año?, felicidades; se les ve muy felices." comentaba ella mientras te lanzaba miradas coquetas que yo ignoraba. Ahora que lo recuerdo, ella nunca dirigió una sola de sus palabras hacia mí. Aparte de tomar mi orden; siempre te habló sólo a tí. ¿La conocerías de antes? ¡Qué estúpida fui al no darme cuenta!
Ahora que veo como te alejas sin tan siquiera notar mi presencia, ahora que te veo con tu nueva familia, me doy cuenta de el tiempo que he malgastado esperándote. Pero si de algo me han servido todos estos años en la estación, ha sido para aprender que es uno quien decide las circunstancias. Esa misma mañana que te volví a encontrar, dejé de ajustarme el uniforme y renuncié a la boletería. Desde entonces vivo viajando, y los trenes que he abordado ya no me saben a tí...

No hay comentarios.: