12/24/2007

Por no escuchar a las mujeres...


Yo es que me quiero tirar por el balcón. Me dije angustiado soltando un largo suspiro mientras me escapaba de tanta verguenza. Hace unos segundos sentí que tenía el control. Que nada aunque quisiera, podría salir mal. Cinco meses estuve preparando cada detalle: practiqué las palabras, las miradas, como arrodillar una pierna y extender mi mano hacia ella para pedir la suya. Pero debí haberlo imaginado. A ella no le gustaban las pomposidades ni las fiestas de sociedad. Yo lo sabía. Me lo había dicho. En su vida nunca quiso un segundo de atención. Odiaba que la mirasen, que la notasen, que la reconociesen. Pero a mi eso me sonaba a mentira. Al final, decidí sorprenderla con el romanticismo que se ve en las películas. Creí que ella secretamente lo deseaba. Sí. Porque ese es el sueño de toda mujer.... eso y ser madres.

Una vez la sorprendí con unas revistas de boda y le puse el anillo colgando de la ficha de subscripción.

Sus amigas estaban allí, todas ellas con la mano en la boca fingiendo sorpresa. Raquel y yo hace un mes que no nos hablamos. Me dijo que no ese mismo día, frente a sus amigas. Frente a todas ellas... Todavía las risas me taladran los oidos.

12/17/2007

Estimados lectores, he vuelto para nunca regresar....


He vuelto.... hace mucho no venía a escribir. Pero aquí estoy. Les dejo saber que mi vida ha terminado; me retiro y dejo una sombra en mi lugar... para que les hable de los temas esotéricos de los que siempre habla. Para que los empache con su poesía de pacotilla. Hemos regresado a la era del bosque, a los cuentitos en clave que sólo dos entienden.... hemos concluido la era del éter. Ahora se avecinan tiempos inciertos, donde puede que un cuento escupa mi morboso sabor. Los dejo aquí, porque me voy, y no sé si vuelva. Pero los dejo, pobres de ustedes, con esa sombra funesta que asesina cada cuento con el don y el privilegio de no saber escribir. . .


hasta siempre,
Ëthel