4/14/2007

La culebra


Hola. Me llamo Sofía, y me siento culpable de ser todo un exito.

Jamás he movido un dedo, me burlo de todo el mundo, le huyo a los compromisos, no me identifico con nada, no tengo seriedad por las cosas, no me preocupa la muerte, jamás me tomo el riesgo, nunca pienso en los demás, odio la religión, también la política, sólo quiero a mis perros, sospecho que soy asexual, me río de las desgracias de los demás, no me considero una buena persona... y aún así, todo siempre me sale estupendamente bien.

Estoy consciente de que debo caerle muy mal a Dios. Digo, si tan sólo existiera...Mi filosofía consiste en joder al prójimo, reírme de sus creencias, jugar con su mente... hacerlo dudar de sí. Nadie lo sospecha, se piensan que les hago un favor. Para eso sé mentir muy bien, es un don que me viene de familia.

A veces de pequeña pateaba a mis compañeros para que no dudaran en ejercer mi suprema voluntad. Por eso nunca tuve amigos, todos eran súbditos o simples seguidores.

Había gente que jugaba a imitarme. A esos les recordaba que nadie podía ser como yo. Yo estaba muy arriba de ellos, más allá de las nubes. Nadie puede superar mi forma de ser.

Ya más grande, me dediqué a ser la lider. Ya no les pegaba, ahora que ya eran mayores era más fácil jugar con sus mentes, manipularlos de tal forma que nunca dejaran de pensar en mis palabras.

Ese ha sido mi gran éxito. Disfruto sabiendo que la gente comienza a cuestionar todo en lo que siempre han creído por causa de lo que digo. Mis palabras son siempre premeditadas, rellenas con toda la mala intención. Para que piensen.

En el colegio donde estudié siempre di problemas en el departamento de vida cristiana. Ninguno de ellos podía entender porqué no creía en Dios. En las clases ponía en tela de juicio la naturaleza onmipotente de su deidad. Después de todo él no podía hacer que le amáramos, cosa que siempre le restó poder. Nunca me sedujo la idea de ir al cielo. Allá arriba parece que las almas sólo cuentan con un sólo entretenimiento: alabar y cantar himnos a Dios. Por eso en las clases concluía que el pobre debía tener muy mala autoestima. Llegué a pensar que nadie sentía verdadero amor por Dios. Todo era interés, existía el infierno y eso nos aterraba. Todo era un chantaje de la mente divina. Y cuando decía que el Diablo me parecía un ser más genuino, terminaba en la oficina del director donde intentaban sacarme los demonios.

Aún así, pasándome la filosofía cristiana por mis áreas más blancas, siempre gozé de una extraña autoridad sobre toda la facultad del colegio. Allí yo tenía la voz cantante. Fui escalando puestos hasta ser presidenta de la sociedad de honor. La gente, aún consciente de que sólo yo tomaba decisiones y dictaba órdenes, tenían la ilusión de la libre participación... y me miraban todos con recelo, queriendo ser yo.

Ahora no es diferente, sigo siendo una mala persona. Me aprovecho del amor de los demás y por ninguno de ellos siento amor. Siempre me sale todo bien. Yo soy ella, la de las mejores notas, la reconocida, la capaz, la diferente, la original, la que tiene una mente brillante, la del talento, la que todo lo sabe, la respetada, la que todos admiran, la que todos quieren ser.

Pero tanta perfección agobia, así que mudaré la piel. Me convertiré ahora en la misma serpiente que fui antes, sólo que tendré una piel nueva para confundirlos otra vez. Así funciona el arte de engañar. Una se esconde en sus propios instintos y atrae así a las presas que siempre caen. Las palabras se vuelven sogas y cada letra va envolviendo el cuerpo de la presa hasta que chocan los huesos -crack- víctimas de su propia conclusión.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante, aunque maniqueo. Demasiado blanco y negro para mis gustos. No obstante, está muy bien escrito. Sigue adelante.

Anónimo dijo...

Bravo, bravisimo Mini.

Muy bonita exposicion de crecimiento intelectual.

Tu Pay.

Unknown dijo...

me identifique mucho con esto:

"En las clases ponía en tela de juicio la naturaleza onmipotente de su deidad. Después de todo él no podía hacer que le amáramos, cosa que siempre le restó poder. Nunca me sedujo la idea de ir al cielo. Allá arriba parece que las almas sólo cuentan con un sólo entretenimiento: alabar y cantar himnos a Dios. Por eso en las clases concluía que el pobre debía tener muy mala autoestima. Llegué a pensar que nadie sentía verdadero amor por Dios. Todo era interés, existía el infierno y eso nos aterraba. Todo era un chantaje de la mente divina."

en cierta medida estoy de acuerdo :P

saludos

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