4/28/2007

El incendio en la casa de muñecas


De pequeña jugaba con barbies. Con muñecas no, aunque las tenía. Pero es que a mí me gustaba más esa rubia despampanante con los pechos de plástico, como esas que suelen verse por ahí.

Se llamaba Paulina, mi muñeca; y vivía con sus amigas Teresa y Kira en un piso que les rentaba Barbie por quinientos dólares al mes. ¡Vaya cucarachero! Y no es que me queje, pero la Barbie tenía una mansión para ella sola. De vez en cuando Ken la venía a visitar. Siempre llegaba en su carro deportivo, y en comparación con sus amigos Mitch, Gargantilla y Cuellolargo, era todo un galán. Paulina y Ken discutían mucho. ¡La Barbie esa no te quita el ojo! Parece que no tiene suficiente con tus tres amigos- le gritaba ella indignada. ¡Si es que ya decía yo que era una fleje! ¡Pero que no me busque, ah! Y lo amenazaba con el dedo. Aparte de las constantes peleas, eran muy felices. Él las ayudaba con el pago de la renta. Y cuando Barbie se quedó sin trabajo y decidió aumentar el alquiler, se mudaron a la casa de muñecas. La casa de muñecas era un hogar para señoritas dirigido por la señora Olivia. Allí vivían más de cuarenta señoritas de todos los lugares,desde Playdoll a Fisherprice. Teresa ,Kira y Paulina eran las únicas de Matel. Por eso las envidiaban las demás. Están hechas de un plástico esquicito y el pelo les cubre toda la cabeza. Eso alegaba Jacinta, una muñeca de farmacia con aparentes trastornos mentales cuya cabeza era demasiado grande para su cuerpo; y que tenía cabello sólo en la parte frontal del cráneo. En esa casa vivieron más de dos años. Allí terminaron los estudios y aprendieron a cocinar. Los primeros meses a las demás se les hacía raro que Kira y Teresa pasaran tanto tiempo encerradas en el baño. Pero no había que olvidar que muchas en la casa tenían la misma costumbre. Con el tiempo montaron un restaurante. Con el tiempo también, se enteraron que Barbie se recuperaba en una clínica para adictos a la heroína. La fueron a visitar, y les contó que cuando la despidieron de Hooters pensó que su vida había terminado. Pasó por muchas etapas depresivas y se dedicó por varios meses al tráfico de drogas ilegales. Así fue que tuvo acceso a la heroína. Era lo único que me hacía sentir viva, afirmaba. Ya hacía dos meses que estaba internada. Le confesó a Paulina que Ken venía muy a menudo a visitarla, él mismo la había llevado a internar. Lo sé, él fue quien me dijo que estabas aquí. Me pidió que te fueramos a visitar. Pero hace más de cuatro meses que no andamos. A Barbie parecía que le brillaban los ojos. Y desde una esquina, Kira la miraba con desdén. No volvieron a visitarla más. Meses después Ken le suplicó a Pau que volviera con él. Ella lo rechazó. Ahora salía con un nativo de las islas Galápagos que había conocido por Internet. Se llamaba Kocoom, y era atleta en su país. Y es que ya ven, la globalización... Ken la persiguió por varios días. Y en la casa se escuchaban rumores de que ya habían vuelto otra vez. Pero Paulina negó que se siguieran viendo y le puso una orden de protección para que no quedaran dudas. Cuando éste se enteró de la orden, no insistió más. Una vez escuché decir a Jacinta que el antiguo novio de Paulina se había mudado con Barbie; y vi la mueca angustiosa que hizo Pau al enterarse. Pienso que todavía lo quiere.El invierno de ese mismo año, en la casa de muñecas, ocurrió una tragedia. Un día en que celebraban el cumpleaños de Tori, una de las inquilinas, se desató un incendio en la planta baja. Como era de suponerse en estos casos, la histeria de las muchachas impidió que alguna pudiera escapar. Todas murieron, incluída la señora Olivia.Y dicen las malas lenguas que aquel incendio fue provocado. De la casa no quedó nada, y el olor a plástico quemado impregnó todo el vecindario por varios años. Y no es que se halla quedado la peste, sino que nadie pudo olvidar
ese olor.

El día en que ocurrió el incendio, mi mamá me quitó las muñecas y no volví a jugar más con las barbies. Después del incidente con los potes de alcoholado de abuela, que quemara la casa de muñecas ya era el colmo. Desde entonces tengo un ejército de GI Joes que baila el virazón y una muñeca Xuxa de casi un metro que le encanta pegarle sustos a mi hermana en el baño...

4/20/2007

99:99


No para de reirse. Se quizo suicidar poniendo su cabeza en un microhondas. Hace tiempo que busca el significado de la muerte. La gringa mató a su poodle así también, me dijo. No quería matarlo. Sólo buscaba una forma de secarlo. ¡Qué bruta! Cuando lo sacó estaba listo para comer... pobre perro. Antonio se quiere matar así. Lo ha visto en una película. Pero no puede. La risa no lo deja. ¿Te imaginas mi cara hecha popcorn?, me dice. Tú no eres de maíz. Se ríe mucho. Me ha ordenado que no deje a nadie entrar al cuarto. No quiere que nadie lo vea morir de forma tan estúpida. Para eso me ha escogido a mí. Yo no me río. Está arrodillado en el piso, puso el micro en la cama porque muy cerca está el interruptor. Ayer trató de matarse dejando que un centavo le callera desde lo más alto de un rascacielos. Decía él que al caer desde tan alto la velocidad con la que caía provocaba que su peso se multiplicara considerablemente. Según él, al momento de tocar el piso lo partiría en dos y quedaría enterrado una pulgada en el cemento. El centavo lo he tirado yo, pero sólo le ha quedado una marca superficial en la cabeza. Ahora intenta lo mismo con un microhondas. Esta vez me afirmó que las ondas de radiación entrarían por la marca del centavo dándole una muerte instantánea. Lo veo allí arrodillado, con la cabeza dentro del microhondas, pulsando los minutos con su dedo. 99:99 pulsa. Lo tenía bien medido. Se quiere quemar en más de una hora. Por culpa de su cuello la tapa no cierra. Grita algo así como, ¡mierda! y me pide ayuda. Quiere que busque algo con qué agujerear el fondo para poder meter la cabeza y cerrar la tapa. Voy rápido en busca de un cuchillo o cualquier cosa que pueda servir. Sé que es mi mejor amigo, pero quiero verlo morir. Por estúpido. Hacemos un boquete. Mete la cabeza. Cierra la tapa. Aprieto el botón que dice start pero no funciona. ¿Me oites Tony? No funciona. Lo escucho gritar improperios desde adentro. Debimos haber dañado algún cable cuando hicimos el boquete. Saca la cabeza. Quiere intentar algo nuevo. Se sienta en la cama a pensar un rato. Nada. Yo lo miro fastidiada. Quisiera irme. Nada. Tony se levanta. Me mira. Busca el mismo cuchillo con que abrimos la caja del micro. ¿Qué haces? Se dirige hacia mí. ¿Qué haces Antonio? Me dice que ya sabe qué hacer. Hará algo que nunca había intentado. Me matará a mí. ¿Estás loco? No. Me ha dicho que ya sabe por qué no han funcionado sus otros intentos. Porque son muy estúpidos, le digo. No. Es porque estás tú allí. ¿Yo? ¿Y eso qué tiene que ver? Se acerca más. El de las ideas estúpidas eres tú. Te mataré y luego beberé un vaneno, cómo Sócrates, moriré hablando de la muerte. Me pongo nerviosa. ¿Qué es la muerte? No me preguntes eso, todavía no te he matado. ¿Qué es la muerte? Se acerca lento. Me tiembla la voz. ¿Qué es la muerte? Ya está muy cerca. ¿Qué es la muer... siento que perfora mi estómago. Dímelo tú.

Antes de que salga el sol


Antes de que salga el sol
Por el vientre de lo oscuro
Te estaré esperando
Para perderme en ti.

Con la luna abierta a mis ojos
Te esperaré entre sombras
Con el tiempo aquí presente
Donde mismo te busqué.

Me apretaré las heridas
Cantaré mi voz al cielo
Sofocando sueños viejos
Hasta verte regresar.

Y si llegase a amanecer
Y yo estando aquí en la arena
Con la cástula vestida
Y no llegas hasta aquí;

Me fundiré en las olas
Que no me toque la tierra
Para seguir esperando
Otra noche, otro mar.

4/14/2007

La culebra


Hola. Me llamo Sofía, y me siento culpable de ser todo un exito.

Jamás he movido un dedo, me burlo de todo el mundo, le huyo a los compromisos, no me identifico con nada, no tengo seriedad por las cosas, no me preocupa la muerte, jamás me tomo el riesgo, nunca pienso en los demás, odio la religión, también la política, sólo quiero a mis perros, sospecho que soy asexual, me río de las desgracias de los demás, no me considero una buena persona... y aún así, todo siempre me sale estupendamente bien.

Estoy consciente de que debo caerle muy mal a Dios. Digo, si tan sólo existiera...Mi filosofía consiste en joder al prójimo, reírme de sus creencias, jugar con su mente... hacerlo dudar de sí. Nadie lo sospecha, se piensan que les hago un favor. Para eso sé mentir muy bien, es un don que me viene de familia.

A veces de pequeña pateaba a mis compañeros para que no dudaran en ejercer mi suprema voluntad. Por eso nunca tuve amigos, todos eran súbditos o simples seguidores.

Había gente que jugaba a imitarme. A esos les recordaba que nadie podía ser como yo. Yo estaba muy arriba de ellos, más allá de las nubes. Nadie puede superar mi forma de ser.

Ya más grande, me dediqué a ser la lider. Ya no les pegaba, ahora que ya eran mayores era más fácil jugar con sus mentes, manipularlos de tal forma que nunca dejaran de pensar en mis palabras.

Ese ha sido mi gran éxito. Disfruto sabiendo que la gente comienza a cuestionar todo en lo que siempre han creído por causa de lo que digo. Mis palabras son siempre premeditadas, rellenas con toda la mala intención. Para que piensen.

En el colegio donde estudié siempre di problemas en el departamento de vida cristiana. Ninguno de ellos podía entender porqué no creía en Dios. En las clases ponía en tela de juicio la naturaleza onmipotente de su deidad. Después de todo él no podía hacer que le amáramos, cosa que siempre le restó poder. Nunca me sedujo la idea de ir al cielo. Allá arriba parece que las almas sólo cuentan con un sólo entretenimiento: alabar y cantar himnos a Dios. Por eso en las clases concluía que el pobre debía tener muy mala autoestima. Llegué a pensar que nadie sentía verdadero amor por Dios. Todo era interés, existía el infierno y eso nos aterraba. Todo era un chantaje de la mente divina. Y cuando decía que el Diablo me parecía un ser más genuino, terminaba en la oficina del director donde intentaban sacarme los demonios.

Aún así, pasándome la filosofía cristiana por mis áreas más blancas, siempre gozé de una extraña autoridad sobre toda la facultad del colegio. Allí yo tenía la voz cantante. Fui escalando puestos hasta ser presidenta de la sociedad de honor. La gente, aún consciente de que sólo yo tomaba decisiones y dictaba órdenes, tenían la ilusión de la libre participación... y me miraban todos con recelo, queriendo ser yo.

Ahora no es diferente, sigo siendo una mala persona. Me aprovecho del amor de los demás y por ninguno de ellos siento amor. Siempre me sale todo bien. Yo soy ella, la de las mejores notas, la reconocida, la capaz, la diferente, la original, la que tiene una mente brillante, la del talento, la que todo lo sabe, la respetada, la que todos admiran, la que todos quieren ser.

Pero tanta perfección agobia, así que mudaré la piel. Me convertiré ahora en la misma serpiente que fui antes, sólo que tendré una piel nueva para confundirlos otra vez. Así funciona el arte de engañar. Una se esconde en sus propios instintos y atrae así a las presas que siempre caen. Las palabras se vuelven sogas y cada letra va envolviendo el cuerpo de la presa hasta que chocan los huesos -crack- víctimas de su propia conclusión.

4/07/2007

En el baño...

Si las horas pasaran como debiera ser, entonces nada de esto hubiese ocurrido. El tiempo me ha engañado, me siento perdida en él... Juraría que cuando miré mi reloj por última vez todavía eran las 12:30. Luego pasó algo que no recuerdo; fue como cuando cierras los ojos y aprietas los párpados para relajar la vista; cuando los abres se supone que estes en el mismo lugar que antes de cerrarlos. A mí me pasó diferente, eran las 12:30 se los juro, lo natural era que no hubiese pasado ni un minuto, pero no fue así. No sólo pasaron 7 horas, sino que tampoco estaba en el mismo lugar. Me encontré sóla en un bosque, desnuda, con un f'río increíble. Me sentía muerta, sin vida, completamente drenada...


¿Nunca les ha ocurrido que miran el reloj y ven una hora, luego parpadean, vuelven a mirar y el tiempo ha volado sin que nada pase?A mí sí. Lo vivo a diario. Son como pequeñas lagunas en la memoria. Mi madre siempre me regañaba porque me pasaba horas duchándome. ¡No me jodas mamá, que sólo han sido 20 minutos!

Recuerdo que un día sentada en la sala de mi casa veía la tele. Yo para aquellos tiempos me interesaba en las cosas paranormales y me puse a ver un programa donde salían unos argentinos hablando de raptos; de esos de extraterrestres. Mi mamá estaba conmigo. Contaban que una vez un hombre entró al baño de una discoteca unos minutos antes de que esta cerrara. Conocía al dueño así que estaba en confianza. Cuando salió de dar la meada se encontró con el dueño y otros dos individuos que cuidaban el lugar. Parecían preocupados y le dijeron que había estado tres horas allí metido. ¿Te ha pasado algo? le preguntaron. No. Si sólo estuve 5 minutos.
Esto para que vean que no soy la única que me tardo en el baño.

La discución en el programa continuó luego de la historia. Decían que a aquel hombre lo habían raptado los extraterrestres por eso el tiempo había pasado de forma tan diferente para él. ¿Acaso me raptarán a mí cada vez que me baño? Te lo dije mamá todo es culpa de los extraterrestres...

Lo curioso es que hoy nunca salí del baño. Miro mi reloj. Marca las 7 menos cuarto. No sé qué hago en un bosque, desnuda, tal y como me fui a bañar. La música de Twilight Zone suena en mi cabeza. Tinu ninu tinu ninu tinu nino... así suena. ¿Y yo qué hago aquí?

4/02/2007

La publicidad en Puerto Rico

La publicidad de este país es una mierda. Cuando se trata de alguna producción barata extranjera o del patio ocupa todos los titulares de la prensa; en cambio cuando hay un evento tan importante como Circa 2007 tú ni te enteras.

Circa lleva dos años celebrándose en Puerto Rico y con ápróximadamente sesenta de las más influyentes galerías de arte contemporáneo en el mundo es la feria internacional de arte más importante del Caribe y América Central. A mí me tocó ir para reseñar el evento al igual que una centena de estudiantes de la Universidad de Puerto Rico (Recinto de Río Piedras obvio, las demás universidades del país ni se molestarían). La feria se llevó a cabo en el Centro de Convenciones de Puerto Rico, apenas inagurado hace unos años, que a primera vista es una espectacular obra arquitectónica que simula el movimiento de una ola. Como era de esperarse llegué en el siempre puntual (nótese el tono irónico) servicio de transportación pública del área metro; que de por cierto es el único en la isla y que me dejó esperando casi una hora por la bendita AMA.

Llegué al lugar rodeada de gringos, y no es que sea extraño aquí en Puerto Rico, pero me hubiese gustado más sentir el calor de mi gente. Los demás eran artistas plásticos tanto locales como internacionales, críticos del arte, comerciantes y compradores, periodistas y estudiantes que al igual que yo venían a reseñar. La buena promoción del evento logró que nadie que estuviera directamente relacionado con el arte andara por aquellos lares en calidad de simple espectador.

Una vez dentro se respiraba un ambiente de total exclusividad. La gente se intruducía en las galerías como si una fuerza desconocida los halara. Yo, después de dar una vista general desde la entrada, saqué una pluma y una pequeña libreta de cuero negro que había comprado esclusivamente para la ocasión el día anterior, por eso de hacerme la interesante. Y tomando nota de cada detalle que veía me dejé llevar. Allí encontré instalaciones, medios mixtos, pinturas en canvas y zinc, grabados, escultura, arte urbano y sobre todo mucha fotografía.

En Circa se presentaron aproximadamente 60 galerías de alrededor del mundo. Países como España, Inglaterra, México, Puerto Rico, Colombia, Alemania, Costa Rica y Estados Unidos fueron los más representados. Después de haber visto todas las galerías no me quedó más que concluir que "Puerto Rico lo hace mejor", como decía aquella campaña de turismo hace más de una década. ¡Quién me iba a decir a mí que después de todo la publicidad del país no había fallado! A Circa lo promocionaron con diez años de antelación...

De putas y voces raras

¡Qué de ojos! ¡Qué hermosura!
Voy a contaros la historia de la puta sin nombre; la que no tiene por quién suspirar ni quien suspire por ella. Se llamaba Clemente... ¡Ves, ya la he cagado!
(¡Qué va!, si al principio se perdona todo) ¿Pero quién habla? (Pues yo, que me llamo Clementina además! Ala! Continúa.)

Escribo por escribir... su vida, por supuesto, ¿qué más? A Clemente (¡Clementina!) le pegaron un tiro en la frente cuando caminaba por ahí sóla buscando el peso.
A su paso iba un señor de estos interesantes que te cruzan la mirada y se bajan el sombrero.
Era una de sus peores noches; el señor interesante se le acercaba por el lado. Ella lo tenia todo calculado. Ese día no había hecho ni una triste peseta , así que si éste no tenía intenciones de comerciar con ella, en el momento en que se le fuera más al frente lo atracaría por la espalda. A la pobre le salió todo a la inversa, y la gente ni se ha enterao, en fin, otra puta más.

Caminaba moviendo el cuerpo a ritmo lento y despacio; como si bailara un bolero a media loza. Le llegaba el pelo a la cintura, ¿era ella? ¡Qué más da! Tenía los ojos prendidos en candela, y la piel del color más extraño. Los párpados pintados de azul y los labios rojísimos,¡cómo las putas! Se dejaba calzar por cada cosa (Y tú harías lo mismo si supieras lo que es vivir a merced de otros, ¡Puta!).Unos días llevaba zapatos rojos de escuela; los favoritos del señor diputado... ¡cómo le gustaban las colegialas! Otras veces llevaba puesto unos tacones que le facilitaban mirar por encima de los postes (Pero que exagerada, si no eran tan altos.) Hoy, es decir ahora, llevaba los pies desnudos. Decía que quería caminar libre por primera vez. No le importaban los vidrios que perforaban su piel al caminar, ¡estaba descalza! (Claro, eso me costó que no me ganara ni un duro esa noche.)

¿Y esto por qué lo cuento? (No es muy importante) ¡Ah! ¡Claro! El señor de la mirada interesante. Pues sí, todavía camina por el mismo sitio. Cada vez más cerca. ¿Será un cliente?

Señorita. (¡Qué risa!) ¿No necesita alguien que la calze?
¡Qué dice! ¿Señorita yo? ¿A caso me cuestiona la experiencia?
Perdone usted. Es que la veo descalza.
Le vira la cara como si no fuese con ella y continúa caminando. Una cadera empuja la otra, levita en el aire y sus pies, repletos de vidrios, chocan como castañuelas.

(Siempre hay una voz y una puta al final del blog... ¿no lo han notado? Ya no sé qué escribir, sé que la historia se quedará así, inconclusa, para que ustedes la rellenen. Poco a poco se apaga mi voz, muy lentamente me voy quedando sin palabras. Perdon...)